Hay días inesperados.
Que producen sensaciones únicas.
De buena mañana, en un día de septiembre,
llegó mi primer monstruo,
a verme.
A la madrileña calle Ruda.
¡Una alegría!
Fuimos, juntos, a la calle León.
A elegir un buen vestido
para mi monstruo, el 273.
Este sí, este no.
¡Este!
Tras estos meses,
de residencia en Moratín,
con el gusto del viejo Madrid.
De vuelta a nuestra sierra,
pulmón para mi Madrid,
intoxicado.
¡En casa!
Hay muchos monstruos, como este. Recorren las calles para alojar otros animales huérfanos.
Aquí podéis tener un detalle monstruoso y maravilloso.
¡Mirad! Adoptad uno.
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